Un año más en estas fechas, se viene la petición de vacaciones por parte del personal.
Y un año más, como una tradición que se repite año tras año, en delegaciones desconocemos hasta dónde llega la programación de informativos provinciales.
Así que siguiendo con las tradiciones, un año más, escribimos este post para recordar a la dirección que es más fácil adaptar las vacaciones del personal a una programación ya fijada que hacerlo a la buena de Dios.
Probablemente esta amable recomendación caiga en saco roto, como en años precedentes, pero si esto ya se ha convertido en tradición, como las torrijas, pues que no se diga…
Pasaremos las vacaciones, programaremos un vuelo a Honolulu y cuando la empresa tenga a bien publicar la programación de informativos en verano se echará las manos a la cabeza al ver que solo hay un montador y un cámara de guardia.
«¿Cómo pudo pasar semejante desatino?», se preguntarán los señores que programan.
» Pues yo ya tengo los billetes a Honolulu y eso va a misa», manifestará el operario de turno cuando su director le ponga el horario sobre la mesa intentando modificar su descanso anual.
«Qué poco responsable es usted, Peláez. No piensa en nuestros televidentes, que esperan cada día la información más cercana mientras sorben su sopa de picadillo».
Y como Peláez no se baja del burro, entonces y solo entonces los señores que dirigen, harán una reunión de urgencia por zoom y dirán que sintiéndolo mucho por el espectador, no les queda más remedio que quitar medio mes de informativos en julio, en aras del descanso del personal.
Y aquí paz y después gloria.
¿Para qué se van a hacer las cosas bien, pudiendo hacerse como manda la tradición?